viernes, 18 de octubre de 2013

Análisis del poema "Librería enterrada" de Jorge Eduardo Eielson


Este poema, que forma parte del poemario Reinos, resulta significativo gracias a la carga metafórica que conforma en total. Partiremos primero con la segmentación del poema, seguiremos con el análisis de los campos figurativos, luego con el análisis de los locutores y terminaremos con la cosmovisión del mismo donde incluiremos el análisis del titulo del texto.


Librería enterrada


¿Qué libros son éstos, Señor, en nuestro abismo,
cuyas hojas
Estrelladas pasan por el cielo y nos alumbran?
Verdes, inmemorables, en el humus se han abierto,
quizás                                                                                                           5                     
Han acercado una oración a nuestros labios,
O han callado tan sólo en sus sombras, cual
desconocidos.
Naturaleza que ora aún en ellos, a sus signos
De hierro se arrodilla, con flores en el vientre,                        10
Por el humano que al pasar no los vio en el polvo,
No los vio en el cielo, en la humedad de sus grutas,
Y se vinieron abajo cual un bloque de los dioses.
Desde entonces sólo queda en ellos un verde velo
De armaduras, de brazos enjoyados y corceles que                 15
volvieron
A su nobleza de esqueleto entre sus hojas.
Y olmos abatidos, tunas de la guerra, gloria y rosa
Duermen también en ellos, cubiertos de invernal
herrumbre.                                                                                                   20
Y sólo hasta sus viejas letras muy calladamente,
La sutil retama o el lirio de la orina acuden,
Y una mano azul que vuelve sus páginas de sodio
Entre las rocas, y avienta sus escamas a la Muerte.
¿Me permitiréis, Señor, morir entre estos libros, de               25
cuyo seno,
Cubiertos de aroma, mana el negro aceite de la
sabiduría?



Segmentacion 

Sobre la segmentación del poema hemos encontrado dos que logran complementarse, primero una segmentación que recurre a nociones temáticas dentro del poema y otra que corresponde a las partes del texto argumentativo.[i]

Veremos que en el caso de la primera segmentación se ubican cinco segmentos:

Primer segmento: Libros en el abismo. Desde el primer al tercer verso. Aquí el locutor le pregunta a un alocutario sobre los libros que encuentra en un abismo y sobre la naturaleza de estos.

Segundo segmento: Característica de esos libros. Desde el cuarto al octavo verso. Aquí el locutor responde ante la pregunta de manera indirecta, va mencionando características y acciones que puedan definir a estos libros.

Tercer segmento: Naturaleza, el hombre y el abandono hacia estos últimos. Desde el noveno al decimo segundo verso. En este segmento el locutor menciona la presencia de la naturaleza y su relación con los libros y, también, cómo el hombre los ignoró.

Cuarto segmento: El abandono de los libros, lo que estos representan, y su devenir. Este segmento va  desde el decimo tercer verso hasta el vigésimo cuarto. Aquí el locutor narra aquello que ha sucedido con los libros y se presenta una nostalgia por lo que ellos significaban.

Quinto segmento: Pedido del locutor y definición final. Del verso vigésimo quinto hacia el final. En este segmento el locutor vuelve a dirigirse al alocutario, aquí le hace un pedido y termina por identificar a los libros con la sabiduría.

Respecto a la segmentación de acuerdo a las partes del texto argumentativo encontramos que resulta mucho mas útil si tomamos en cuento que al final del poema el locutor que se presenta busca causar en el alocutario una reacción. Asimismo, encontramos que los segmentos coinciden con la segmentación temática ya indicada arriba, con lo cual se hacen complementarias  ya que la primera nos permite ubicar en una primera instancia los temas desarrollados y la segunda nos permite ver la estructura argumentativa del poema. 

Veremos, entonces, las partes del texto según la retorica argumentativa:

Exordio: En estos primeros versos –que corresponden con el primer segmento ya identificado- el locutor plantea una pregunta al alocutario acerca de los libros que divisa en el abismo “¿Qué libros son éstos, Señor, en nuestro abismo[...]?”. Esta pregunta resulta como excusa para introducir aquel elemento entorno al cual se desarrollara el poema, pero es importante ver de qué modo se les presenta, de manera que se hace referencia a sus partes –las hojas- para dar cuenta del estado en que se haya y cómo estas partes se refieren a su todo, “cuyas hojas/ Estrelladas pasan por el cielo y nos alumbran?”.

Sucede que mediante esta pregunta el locutor sugiere el objeto del poema y en el transcurso de este va ofreciendo una aproximación y pertinencia acerca del mismo. Pero el hecho de plantear la introducción a modo de pregunta resalta mas el afán que el locutor tiene al respecto de estos libros como elemento central.

Narración: Esta parte esta conformada por los siguientes dos segmentos que ya indicamos en la primera segmentación. En el segundo vimos que el locutor empieza a narrar ciertas cosas acerca de los libros, pero esto también sirve como respuesta ante la pregunta primero formulada; de este modo se responde a si mismo, pero también busca acercar el alocutario a la presencia de ellos “Verdes, inmemorables, en el humus se han abierto”.

En este segmento resulta importante ver el tono dubitativo que vemos en términos como “quizás” y “o” los cuales  permiten considerar distintas alternativas acerca de la esencia de estos libros, esto le sirve al locutor para captar la atención del alocutario a quien le plantea la pregunta, pero asimismo le plantea la situación frágil que estos presentan. “Verdes, inmemorables, en el humus se han abierto,/quizás/ Han acercado una oración a nuestros labios,/ O han callado tan sólo en sus sombras, cual/ desconocidos.”
Aquí ya no se pregunta, si no que se presenta.

Ya en el tercer segmento se ausenta el tono dubitativo y se introducen afirmaciones acerca de aquello qué le sucedió a los libros. Se narra la presencia de la naturaleza y el hombre, y como este ultimo ignoró la existencia de ellos: “Por el humano que al pasar no los vio en el polvo,/ No los vio en el cielo, en la humedad de sus grutas,”


Argumentación: Hacia aquí encontramos el cuarto segmento, aquí el locutor narra la situacion de los libros después del abandono sufrido por los hombres y cómo se desperdicio su valor: “Desde entonces sólo queda en ellos un verde velo”.

El locutor de este modo empieza a dar cuenta de aquello de lo que estan conformados, el valor que contienen estos elementos y el porque se centra en ellos: “Y olmos abatidos, tunas de la guerra, gloria y rosa/ Duermen también en ellos, cubiertos de invernal/ herrumbre.”

Empero el abandono que han sufrido ha hecho que se transmuta su valor y que en su interior queden olvidadas aquellas cualidades que los definían: “Y una mano azul que vuelve sus páginas de sodio/ Entre las rocas, y avienta sus escamas a la Muerte.”

Epilogo: Representado por el ultimo segmento, el locutor presenta una pregunta donde le pide algo al alocutario, quien podemos ver cuenta con cierta jerarquía representada por la nominación “Señor”.

El locutor entonces ha expuesto todo lo precedente para poder reforzar el pedido final: “¿Me permitiréis, Señor, morir entre estos libros,[…]” que, a la vez, presenta un ultimo argumento por el cual se los identifica como fuente de la sabiduría: “estos libros, de /cuyo seno,/ Cubiertos de aroma, mana el negro aceite de la/ sabiduría? De modo que el locutor solo busca el permiso del alocutario para poder morir entre ellos, para poder acercarse y aprovechar esa sabiduría ignorada por los demás hombres.

Campos figurativos: La metáfora, la metonimia y la sinécdoque

A partir de la segmentación desde dos enfoques que se complementan podemos pasar a indicar los campos figurativos que se identifican de acuerdo a los planteamientos de Arduini. Vemos que existen tres campos figurativos que predominan en el poema: la metáfora, la metonimia y la sinécdoque

Ya que ambos campos se encuentran muy entrelazados dentro del poema, encontramos mas útil ubicarlos de acuerdo a como van apareciendo dentro del poema de acuerdo a las partes del texto argumentativo. Veremos que en el exordio se producen una sinécdoque y una metáfora; la primera puede ser ubicada en los dos primeros versos: “¿Qué libros son éstos, Señor, en nuestro abismo,/ cuyas hojas” pero esta sola se va a producir en conjunción con el siguiente verso donde se presenta la metáfora, “Estrelladas pasan por el cielo y nos alumbran”.

De este modo se identifica a los libros por medio de los hojas que son los elementos que las componen. Se le adjudica el adjetivo de “estrelladas” con la cual se produce una primera personificación ya que cuando se dice que “pasan por el cielo” se entiende que son como estrellas y al decir “nos alumbran” se refuerza esta idea. Decimos que son personificaciones porque se les dan los adjetivos de estrellas, ajenos a estos elementos. Asimismo, de esta metáfora se desprende la noción de que los libros –vistos en sus hojas- son elementos que alumbran, que dan luz. Aquí se da la primera relación de los libros con el conocimiento, como aquello que ilumina.

Ya hacia la narración vemos que se producen dos personificaciones en tanto se les adjudica acciones ajenas a los libros como objetos: “Han acercado una oración a nuestros labios,/ O han callado tan sólo en sus sombras”. Aunado a esto, se producen dos alegorías de la muerte “en el humus se han abierto[…]/ O han callado tan sólo en sus sombras”, la palabra humus hace referencia a una sustancia formada por la descomposición de restos orgánicos, con lo cual nos refiere a una muerte biológica; en cambio el segundo verso nos lleva a una muerte mas espiritual donde se produce el silencio y la oscuridad. 

Luego vemos una serie de metáforas importantes, primero aquellas referentes a la naturaleza: “Naturaleza que ora aún en ellos, a sus signos/ De hierro se arrodilla, con flores en el vientre,” con lo que a la naturaleza se la toma como un personaje que desarrolla acciones tales como orar y arrodillarse y que le permiten ostentar cierta pertinencia para comprender el devenir de los libros. Vemos que cuando se dice “Naturaleza que ora aún en ellos” se hace referencia a que la naturaleza sigue presente en los libros, este orar es como un hablar, como si por medio de los libros ella pudiera tener voz. Pero luego en “[…]a sus signos/ De hierro se arrodilla[...]” vemos que la palabra orar tiene que ver con el ademan de arrodillarse, como si le rogara, pero a la vez le tuviera fe. Estos “signos de hierro” a los que se arrodilla hacen referencia al contenido de los libros, se produce también una personificación ya que se caracteriza a los signos como si fueran de hierro, lo cual no seria congruente, pero funciona dentro del verso. Estos signos de hierro pueden dar cuenta de esta materia de los libros, de su contenido per se como cargado de dureza y ferocidad, pero a la vez de frialdad. Además, estos signos dan cuenta de una sinécdoque, ya que sustituyen al objeto del que se ha venido haciendo referencia que seria el conjunto de los libros.

En los versos 11 y 12 vemos que se produce una metonimia ya que para referirse a la ausencia de los libros, se menciona el lugar donde no se los vio: “el humano que al pasar no los vio en el polvo,/ No los vio en el cielo, en la humedad de sus grutas,” Y finalmente en este segmento, cuando se dice que “Y se vinieron abajo cual un bloque de los dioses.” se presenta un símil, ya que se toma a los libros como “un bloque de los dioses” lo cual indicaría esta fuerza y esta naturaleza divina que se puede relacionar con el conocimiento y la sabiduría que ellos guardan.


Ya en la argumentación vemos que se presenta otra metonimia donde se hace referencia a los libros pero mencionando aquello que ahora los conforma: “Desde entonces sólo queda en ellos un verde velo/ De armaduras, de brazos enjoyados y corceles”, es decir los libros están formados por “un verde velo” conformado, asimismo, por otros elementos. Estos elementos indican una nueva naturaleza en los libros, que tiene que ver con esta metáfora de “signos de hierro” que previamente ya vimos y que sirve para dar cuenta de una dimensión de estos libros. Ellos han perdido sus primeras propiedades como estrellas que alumbraban y ahora solo quedan estas referencias a la lucha, a la fuerza, a las armas que han adquirido. Junto a estos también se identifican de forma metonímica a: “Y olmos abatidos, tunas de la guerra, gloria y rosa/ Duermen también en ellos, cubiertos de invernal/ herrumbre.” como otros elementos que también los conforman, pero que están cubiertos por “invernal herrumbre”, una personificación que busca dotar a la herrumbre, al oxido, del frio mas extremo. De modo que en la superficie solo yacen aquellos elementos transmutados, mientras que en el fondo, la gloria y la rosa que representan valores honorables y bellos yacen oxidados en el frío.

Seguido de esto se produce otra metonimia, se dice “viejas letras” en el verso 21 para referirse a los libros. Junto a esto se presenta la personificación de diversos elementos, se les otorga una acción ajena a ellos por la cual se comprende el abandono y olvido de los libros y aquellos que contienen, dice: “Y sólo hasta sus viejas letras muy calladamente,/ La sutil retama o el lirio de la orina acuden,/ Y una mano azul que vuelve sus páginas de sodio/Entre las rocas, y avienta sus escamas a la Muerte.”. Del mismo modo, vemos de nuevo otra sinécdoque, donde “paginas de sodio” sirven para hacer referencia a los libros, pero a la vez es una metáfora que se conjuga bien con esta “mano azul”. Tomando en cuenta que el sodio abunda en el mar, esta mano azul metafóricamente hace referencia a este; esto se redondea con el final del verso, por lo que se produce una imagen donde los libros son como peces –los peces contienen altos grados de sodio- y sus escamas que les sirven de protección le son retiradas y echadas a la Muerte.

Ya en el Epilogo, parte final, vemos que se produce la metáfora mas importante del poema que indica esta propiedad de los libros como objeto contenedor de la sabiduría: “¿Me permitiréis, Señor, morir entre estos libros, de/ cuyo seno,/ Cubiertos de aroma, mana el negro aceite de la/ sabiduría?”  Como vemos ocurre una personificación ya que se le adjudica una parte animal a estos libros: “cuyo seno”, y además se les da la capacidad de producir un “negro aceite” que contiene sabiduría. Esta ultima metáfora es muy significativa ya que tiene también rasgos metonímicos en tanto los libros son contenedores de sabiduría.


Locutores y técnicas argumentativas:

Podemos ubicar un locutor personaje y un alocutario representado que se explícitan en la primera y ultima parte del texto argumentativo. Vemos que el alocutario se presenta en la palabra “Señor” ya que  es a quien se le dirigen las preguntas y toda la consiguiente narración y argumentación dentro del poema. Este alocutario presenta cierta jerarquía sobre el locutor, ya que  le plantea la pregunta de modo muy formal, le hace un pedido utilizando un tiempo verbal que da cuenta de esta formalidad y a la vez busca persuadirlo.

En cuanto al locutor personaje vemos una marca textual de este recién al final del poema,  cuando le formula el pedido al alocutario “¿Me permitiréis, Señor, morir entre estos libros[…]”; ese "me" nos indica una voz en primera persona singular, la cual ya estaba presente de manera tacita al inicio del poema. Este locutor se muestra respetuoso con el alocutario, de ahí que podemos indicar cierta inferioridad frente a el. Asimismo, esta el hecho de pedirle algo, y de la expresión “me permitirías” que guarda mucho recelo y cuidado dentro de la pregunta.

Esto resulta mas aun claro si vemos que el locutor se ha explayado a lo largo del poema, buscando persuadir al alocutario; encontramos que se presentan versos que dan cuenta de argumentos basados en  la estructura de lo real, serian los de nexo causal y los vemos cuando se menciona la indiferencia que sufrieron los libros por el hombre: “Por el humano que al pasar no los vio en el polvo,/ No los vio en el cielo, en la humedad de sus grutas,/ Y se vinieron abajo cual un bloque de los dioses.” como se explica como se va dando esta indiferencia. Asimismo, sucede con la nueva naturaleza bivalente que los conforma “Desde entonces sólo queda en ellos un verde velo/ De armaduras, de brazos enjoyados y corceles[…]/Y olmos abatidos, tunas de la guerra, gloria y rosa/ Duermen también en ellos […]”. Pero también vemos que funcionan como argumento que fundamenta la estructura de lo real, ya que se presentan la ilustración acerca de aquello que ahora caracteriza a los libros. De este modo el locutor busca que el alocutario tenga conocimiento de aquello que han sufrido los libros, la transmutación de la cual han sido objeto, todo ello para poder obtener su consentimiento. El locutor busca argumentar la sentencia final por la que indica que los libros son fuente de sabiduría, para eso no solo menciona aquellos valores nuevos que ostentan, sino aquellos valores que los hacen tan preciados. 

Cosmovision:

Como hemos visto, este poema resulta tener la estructura de un texto argumentativo donde se presentan un locutor y un alocutario, ambos representados en el texto. El locutor personaje desarrolla una argumentación por la cual busca persuadir al alocutario representado para que le dé su consentimiento, su pedido es “morir entre estos libros”, con lo cual se entiende su deseo por yacer en la eternidad con ellos y aprovecharlos como fuente de sabiduría. 

El locutor nos narra cómo ve a estos libros: como elementos que alumbran, una metáfora de que son fuentes de conocimiento; pero también da cuenta de aquello que han sufrido, el desprecio de los hombres y la transmutación de su naturaleza. En este punto vemos una sinécdoque que encierra a todo el poema, donde los libros sustituyen la idea de conocimiento y sabiduría,  de este modo  se comprende que han sido dotados de aspectos artificiales y aquellos valores que los hacían realmente preciados –el conocimiento, por ejemplo- yacen oxidados en el interior siendo difíciles de entender por los demás. Es por eso el pedido del locutor quien busca aprovechar aquello que viene de su interior, la sabiduría, el conocimiento y la belleza. 

Con el pasar del tiempo se han dado hechos que han marcado la historia, es así que el conocimiento ha perdido su valor real y solo se lo toma desde una mirada utilitarista y pragmática; esto tiene que ver con el cambio que ha sufrido la humanidad gracias a la modernidad, donde prevalecen las tecnologías y la producción bélica. En esta nueva era la sabiduría como fruto del conocimiento ha pasado a ser olvidada por los hombres. Es así que se propone ver que los libros han perdido su valor como fuente de conocimiento y sabiduría, y ahora han sido dotados de valores superfluos y errados; pero que si se vuelve la mirada a la verdadera naturaleza de estos es posible su aprovechamiento. 

De ahí podríamos entender el titulo del poema, “librería” hace referencia al conjunto de libros que el locutor ve en el abismo, pero estos –asimismo-conforman una metáfora de la sabiduría de la cual son fuente; el adjetivo “enterrada” nos permite ver que esta librería es como un tesoro que yace enterrado y dispuesto a ser descubierto. De ahí esa mirada sobre los valores mas preciados, pero escondidos y sellados por oxido y frio; la sabiduría solo yace enterrada lista a ser descubierta y aprovechada por la humanidad.



[i] Tomamos las partes del texto argumentativo desarrolladas por la retorica de Aristóteles: exordio, narración, argumentación y epilogo. 

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